sábado, 24 de octubre de 2009

Metstli

Mi nombre es con toda seguridad lo que más me gusta de mí (¡Gracias tío Dany!), todo lo místico y enigmático que encierra, esa magia y misterio que lo rodea han sido a lo largo de mi vida aspectos determinantes en la consolidación de mi personalidad. Creámoslo o no el nombre que se nos asigna para transitar por este mundo tiene más injerencia de la que pensamos sobre nosotros.
En este momento pienso en la enorme responsabilidad que nombrar algo o a alguien implica, hago memoria y... al parecer la única ocasión en la que me he visto en tan difícil tarea, fue el momento de elegir cómo llamar a mis dos hermosas tortugas (las extraño!!) y francamente creo que no hice un gran trabajo (eskuinkle y chilpayate, les pido perdón). De ahí que me parezca una grandiosa idea el derecho a cambiarse el nombre de forma legal. Me parece injusto ir por la vida cargando con el peso de un nombre que no te agrada y que por si fuera poco, fue decisión de alguien más.
Cito a Bucay en su obra "Amarse con los ojos abiertos" (2009), al referirse a la carga que un nombre trae consigo. "La importancia determinante que arrastra sobre nosotros el llamarnos de tal o cual manera...El peso implícito de llevar el nombre de un hermano, abuelo o tío muerto, o soportar el condicionamiento de responder al mismo nombre del padre o de la madre, que muchas veces conlleva la distorción de verse obligado a seguir siendo "Jorgito", "Silvita" o "Miguelito" hasta que el padre o la madre se mueran y uno pueda ser llamado finalmente Jorge, Silvia o Miguel".
Un amigo, hace no muchos días me dijo -en una de esas pláticas existenciales de cuatro o cinco de la madrugada- que su nombre no lo hace a él y, recordabamos a la Julieta de Romeo y de Shakespeare, en su diálogo con el primero de éstos en el balcón; cuando menciona que la rosa aun cuando no fuera ese su nombre, sino algún otro, seguiría conservando su aroma. Esta idea contradice la anterior, sobre la influencia que ejerce en cada uno su nombre. Probablemente en esta relación simbólica entre persona y nombre, tenga mayor mérito ser uno quien le dé personalidad al nombre y no estar supeditado a lo ya prefijado por éste.
Ciertamente no todo en mí es producto de llamarme Selene, resultaría muy cómodo culpar a mi nombre de mis defectos y muy injusto darle todo el crédito de mis virtudes, pero insisto, muchos de los detalles que me distinguen los adquirí en función del interés que me produce el significado de mi nombre y de la razón por la que me llamaron así.
Claro, que yo vivo la fortuna de portar orgullosa y complaciente mi nombre y sería aun más dichosa de poder usarlo indistintamente en el idioma que me placiese, lo mismo me da Selene que Ixchel, Lua, Killa, Zänä, Kutsi, Lebana, Kuu, Masha o Tsuki, al fin de cuentas simbolizan lo mismo y, es precisamente eso lo que me suministra un "plus" de seguridad y me permite un desplante de vanidad.

3 comentarios:

  1. Gracias por compartir este espacio, por llevarnos al mundo de la imaginación y la fantasía, y conocer un poco más de ti. Gracias por dejar la inquietud de conocer hacerca del significado de nuestro nombre y lo que representamos a través de él; felicidades por tu espacio y por la oportunidad de ver ese talento que posees, fuiste alguien y ahora eres especial. t.q.m.

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  2. Hola Sel! Suerte con tu proyecto, yo tembién tengo uno, pero hace mucho que está abandonado, quizás sea tiempo de retomarlo!

    Por cierto, deberías cambiar el color de los comentarios, no se alcanza a leer con el fondo rosa.

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  3. Gracias Ro, oye me daré una vuelta por el tuyo me consta que tienes talento. Tambien deje todo un año de escribir, espero no claudicar esta vez.
    Ya cambié el color, no tenía el tiempo para hacerlo.

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